Tarde de Picnic [Ginny // Privado]

Cuando corté con Bey tuve la sensación de haberme salido del camino y sabía que sólo la hermosa pelirroja de la que llevaba tres años enamorado, (el primero saliendo, el segundo sin poderla ver y el tercero estando con Bey por una horrible confusión) podría mostrármelo de nuevo. Y sabía que ahora volveríamos a estar juntos y que, esta vez, nada podría separarnos. Lo que no sabía es si Ginny seguía soltera, ya que tenía fama de encontrar novios con rapidez. Así pues, preparé un picnic junto al lago, esperándola con ilusión.

Miré a Ginny llegar, ciertamente estaba bellísima, con ese cabello tan hermoso al viento. Ella habló y pocos segundos después me di cuenta de que a quien hablaba era a mi. Sonreí y me sonrojé notoriamente ante sus palabras, dándome cuenta de que no era el único sonrojado allí, puesto que mi querida pelirroja también lo estaba, haciéndome sonreir mientras contemplaba su hermosura.
—Hola, Ginny. Tú también estás tremendamente hermosa —le indiqué con la mano que se sentase conmigo, tomando la suya—. ¿De verdad? Entonces me alegro de ser el primero. Es mucho mejor estar aquí, contigo que con ese par de tortolitos que tú ya sabes haciéndose cariñitos en el sofá —bromeé sonriéndole.
Llevaba ropa que ya había usado hacía bastante tiempo mientras estaba con Ron y Hermione fuera y mi pelo se revolvía aún más con el viento.

Cuando Ginny introdujo mi mano por el interior de su vestido, tocando sus senos por el camino, me sonrojé tanto como nunca pensé que podría sonrojarme, además del calor que sentía en mis mejillas (y en prácticamente todo el cuerpo), y el corazón llendo a tres mil pulsaciones por segundo. Tenía una piel tan suave y tan perfecta... ¿Dónde quedó aquella Ginebra tan tímida que apenas era capaz de acercarse a dos metros de mí? Temí entonces que a aquella pequeña parte de mi anatomía masculina le diese por despertar.
—Gi-Ginny, yo... —la voz se me había quedado ronca—. Te quiero, Ginny, te amo. Sé que me equivoqué al volver con la persona equivocada, que me olvidó y con la que tuve que cortar. Sé que te he echo daño y lo siento... Sé que desde el principio debí haber estado contigo y claro, Hermione, la muy lista ya me dijo que tú nunca me ibas a olvidar, ahora mismo lo estoy comprobando y... —la miré, observando su aburrimiento y no pude evitar reír fuertemente—. ¿Hablo mucho, verdad? —me acerqué a ella, tomándola por las mejillas y la besé en los lavios cerrando los ojos, suavemente, quitándome la chaqueta y echándosela por encima a mi amada peliroja.

—Claro que quiero ser tu novio, no volveremos a separarnos amor —dije besándola tumbados en la hierba. Amaba a la nueva Ginny, también a la antigüa pero sobre todo a la nueva. Amaba todo de ella. Seguimos besándonos y mordí suavemente su hombro.

—Te amo —susurré besando sus hombros, luchando por controlarme.

—No... ¡No! Ginny, porfavor, no me hagas esto —dije levantándome—. Yo... Sabes que lo deseo tanto como tú, Ginny, pero no podemos, aún no. No estaría bien, Ron me mataría... Mira, sólo... Deja que lo piense, te prometo que de este trimestre no va a pasar, pero necesito un tiempo, ¿vale? —la besé y la abracé. Por mucho que Ginny me gustase, comenzaba a gustarme más cuando era más tímida, más seria, menos... Ahora estaba como si fuera otra, como una de esas chicas que lo único que quieren es echarse un polvo con el chico más guapo de la escuela, de esas que tienen un pavo que se lo pisan y se rién con todo.

—¿Sabes cuántos días rememoré aquellos en los que pasábamos tardes así junto al lago? ¿Cuántas noches saqué mi mapa del merodeador sólo para saber dónde estabas o qué hacías? ¿Cuántas veces deseé poder comunicarme contigo sólo para que supieras lo mucho que te amaba? —reconocí y la besé de nuevo, feliz de poder volver a estar junto a ella por siempre.

Off: Creo que Hermione te matará sino respondes su rol jajaja.

La abracé protegiéndola entre mis brazos, como había deseado hacer cada día y cada noche encerrado en aquella tienda de campaña de ese tal Perkins, cada guardia que me tocaba hacer con ese horrible trasto colgado del cuello, mientras oía los murmullos de Ron o Hermione dentro o a ésta pasar las páginas de sus libros, en silencio.
—Yo también te amo, Ginny. Y por Bey no te preocupes, seguiremos siendo amigos siempre, seguro que le gusta que te preocupes por ella, es todo un detalle de tu parte —me tumbé en el césped junto a Ginny, acariciándole el pelo mientras miraba el cielo—. ¿Sabes? Tampoco estuvo tan mal este viajecito, de echo, gracias a él averigué cosas de Ron y Hermione que desconocia, nos hicimos más amigos que antes, confiamos más el uno en el otro y sé lo que es convivir con ellos. Y pude asegurarme de lo mucho que se amaban, además, cuando Ron se fue, Hermione pasó noches enteras llorando, sin dormir y días en los que apenas hablábamos. Apuesto a que me culpó de su marcha, y yo también lo hice. Ella no quería que yo la viera llorar, pero no se esmeró mucho en ocultarlo. Creo que ella no sabe que tengo sueño ligero —bromeé besando la nuca de mi amada pelirroja.

Al verla llorar no pude evitar darle un cálido abrazo para reconfortarla, a la vez que me reconfortaba a mí mismo, sin poder dejar de amarla. La besé y la abrigué entre mis brazos, como había deseado hacer desde hacía mucho, quizá demasiado, tiempo atrás.

Pasé mi dedo por sus labios sonriéndole y miré la comida. Cogí una fresa restregándola por sus labios, juguetón. La seguí abrazando besando tras sus orejas, feliz de estar por fin con la parte de mi que se había quedado atrás durante aquel largo viaje.

—¿Qué me dices de ir a las Tres Escobas con Ron y Hermione? —pregunté en un susurro acariciando su abdomen mientras la abrazaba.
Era genial, como siempre lo había sido, pasar tardes enteras junto a Ginny, pero era aun más genial si lo hacíamos con Ronald y Hermione. Podía ser algo así como una cita doble.

Mis ojos se iluminaron, me agradaba ver a mi mejor amiga, Hermione y a mi hermanito, Ron, habíamos acabado siendo un grupo de amigos de los buenos, de esos que se llaman a las 2 de la mañana y se cuentan todos los problemas del otro. O al menos, Hermione me solía contar sus problemas a esa hora.


- ¿Cómo una cita? Seria genial, me encantaría ir, pero habría que avisarles, primero a ambos y solo acepto, si me das un besito, me sigues acariciando el abdomen y me abrazas – le dije sintiendo un cosquilleo y sentía mi abdomen, al rojo vivo, sin contar que sus susurros, me encantaban, me hacían sentir la princesa y el príncipe y de echo así era -

Me mordí el labio provocativamente y susurré.
—Grrr... y... ¿sólo eso, bebita? —susurré besándola—. Espera sólo un poquito... y después... serás toda mía, palabra de pelirrojo —bromeé sonriendo. Mandé un patronus a los chicos.

Sonreí y juntos, de la mano, salimos de allí y del castillo hasta el pueblo de Hogsmeade, con la promesa ya echa.